domingo, 6 de noviembre de 2016

DE UN VINO SUBASTADO Y OTRAS SANDECES

Vengo de leer que en la casa de subastas Christie's se han pagado 224.598 euros por una botella de seis litros (imperial la llaman) de un Burdeos, (cheval blanc) 1947. Una botella rara, dicen los expertos, encontrada en una cueva rara de un coleccionista raro. Pagar una pasta nada rara por un vinacho tiene bemoles. Digo bemoles en lugar de huevos porque me reservo el sustantivo huevos para dentro de una línea. Vino de burdeos sin abrir, lleno de telarañas a precio de oro, para sibaritas, dicen. Por los huevos, (ahora sí).
 Existen verdades y mentiras en el mundo de la degustación y en de la colección. He hablado numerosas veces sobre arte y sobre como, de alguna manera, se miente al respecto . Ya comenté que un cuadro estuvo boca abajo en un museo durante muchísimos días sin que nadie, ni siquiera los críticos, advirtieran que esa no era su posición. Esta botella de 200 y pico de mil euros puede que también estè boca abajo. O puede que cuando se destape emane efluvios tóxicos porque el bodeguero de la época,, en plena posguerra europea había decidido envenenar a quien tuviera el gusto de empinar el codo. No me extraña nada, dado el despropósito total de los tiempos. Hace poco se pagaron no se cuantos euros por el váter de Lenon, además sin ninguna caca que llevarse a las pruebas biológicas. Esta botella, tintorro de burdeos, no sé si sabrá a barrica y eneldo y píos trinos de pájaros asilvestrados y su puta madre. Lo que seguro que sí sabe es a dinero, y eso, amigos tiene un precio. 


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