martes, 6 de diciembre de 2016

CERCA DE CUMMINGS

No se inmute, es otoño y una botella de cerveza con chile en su interior se enfría entre barras de hielo. Pasear por la calle mayor ya no es como antes era. De hecho no existe la calle mayor más que en el nomenclator, una contradicción permanente, menor. Músicos callejeros, búlgaros y romanos intentan arañar una propina. Tampoco hay propina, sólo cerveza fría con chile en su interior. No se inmute, avezado lector, no pida dry martini, ni aceitunas rellenas, ni chuletón sonrosado de carne. La gente se perfuma, modas olorosas para despertar señales olfativas. La colonia tapa feromonas y el café aguado tapa el brillo de la garganta.  Los guardias sostienen la fachada del ayuntamiento mientras varios ediles tocan bandurrias en la terraza del edificio. Un helicóptero rosa aterriza junto a ellos. La bandurrias mezclan sonido con el rotor y el rotor vibra en el mapa secreto de un sónar submarino. Cerca de la dársena del puerto nueve mujeres mueven cintura enseñando  tangas ligeros que se les mete por el culo. Bailan entre barras de labios y entre tipos con autos cargados de farlopa. No se inmute si pasea por la alameda contemplando el mar y tratando de asimilar los versos rotos de Cummings que leyó de pasada en el cuarto de baño, no se inmute, es otoño y una botella de cerveza fría se lo advierte enseñándole el chile que fermenta en su interior....
                                   

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