sábado, 3 de diciembre de 2016

EL MONO DE LA TINTA

Habla Borges en "El libro de los seres imaginarios" de un mono que abunda en las regiones del norte y que tiene cuatro o cinco pulgadas de largo. Al parecer es muy aficionado a la tinta china, y cuando las personas escriben se sienta con una mano sobre la otra, con las piernas cruzadas, esperando que hayan concluido para beber el sobrante de la tinta.
Borges cita de corrido una fábula que ya contó en 1791 Wang Ta-Hai. Sólo vengo a confirmar que cuando el veneno de la escritura entró en mi vida para destrozarla definitivamente con pensamientos, frases y gerundios robustos, una tarde cualquiera, todos los bolígrafos de casa, incluidos los escondidos en el secreter del buró, aparecieron vacíos. Conté a quien me quisiera oír que había visto escapar por el ventanal hasta la frondosidad de los sauces una criatura escueta, pequeña, filigranesca. Y que su boca estaba manchada de tinta. Nadie me creyó. Desde entonces, cada mes ofrendo a la benevolencia de poder escribir, dos cápsulas, azul y negra de tinta indeleble china. Al otro día, sin más, aparecen secas.


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